Por Cristian Bertolo
Fotografo colaborador Nomad Project
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A principio de los años 20 el fotógrafo Alfred Stieglitz (1864- 1946), en su afán de concederle a la fotografía su carácter de arte aplicado, dio con el concepto de lo que denominaría Equivalences (equivalencias). Éste concepto renovador partía de la base por la cual los artistas románticos del S. XIX veían sus emociones reflejadas en su entorno. Aplicado a la fotografía, este arte todavía nuevo, fue tomado en la práctica como la base de la misma como medio de creación. Stieglitz consideraba que el arte abstracto era el verdadero medio de expresión, como lo es la música, que siendo abstracta por naturaleza resulta sumamente emotiva y evocadora.
Por eso, al igual que los oídos perciben los sonidos abstractos la música, los ojos hacen lo mismo con el receptor de las imágenes, el espectador, pieza fundamental de esta ecuación comprendida entre el autor, el medio, la estética, el concepto y la interpretación, estimulada por las emociones provocadas en él.
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Según Stieglitz, la equivalencia comienza desde la mirada del fotógrafo, sus inquietudes, sus emociones y vivencias plasmadas a través de la cámara fotográfica y continúa hasta llegar a las de un espectador sensible y receptivo a esa misma lectura; como también cabe la posibilidad de que el equivalente íntimo que ha comenzado el fotógrafo sea distinto al que capte como suyo el destinatario. De esta manera, por la cantidad de emociones que puede provocar una misma imagen entre distintos espectadores es que el concepto de las equivalencias puede alcanzar infinitas interpretaciones. A partir de ésta teoría, Stieglitz disolvía la asociación de la fotografía como espejo de la realidad (proclamada desde su origen en la primera mitad del S.XIX) para convertirse en un reflejo del fotógrafo.
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Por otro lado, Minor White (1908- 1976), otro fotógrafo y teórico que abordó el tema, consideraba que el fotógrafo se enfrenta a algo muy diferente cuando desea captar una imagen, ya que a diferencia del pintor, que empieza desde un lienzo en blanco, la imagen ya le constituye de por sí el todo, como una pintura ya terminada. Es por esta misma razón que la cámara le obliga a crear a través de la visión un mundo perceptivo basado en el encuentro de uno mismo con la realidad, una realidad relegada en su intensión de transmitir una verdad, derivación necesaria para su reconocimiento como arte. Según White “Cuando un fotógrafo nos presenta lo que para él es un equivalente, en realidad nos está diciendo –yo tuve un sentimiento sobre algo y aquí está mi metáfora de ese sentimiento…- por lo que para el fotógrafo y ensayista la equivalencia se puede concebir como la consecuencia del desarrollo y perfección del trabajo del fotógrafo adiestrado en la utilización de este sexto sentido.
En sus estudios sobre este concepto fue aún más lejos que Stieglitz, llegando a dividir la equivalencia en tres niveles distintos pero correlativos:
En el primer nivel de la equivalencia fotográfica la imagen actúa como un símbolo que supera a la propia imagen, provocando un registro de lo que se capta y un símbolo, que generan una sugestión en el espectador con un sentimiento concreto.
En el segundo nivel, la equivalencia también actúa en la mente del espectador creándole una imagen mental, producto de un especial sentido de correspondencia con algo que él mismo sabe de sí mismo.
Y en el tercer nivel de la equivalencia corresponde a la imagen que asocia ideas con imágenes y recuerdos. Éste es el más subjetivo de todos, el más disperso, ya que cada individuo le da su propia lectura a partir de su universo personal.
Muchos vemos lo que queremos ver, esa es la conclusión. Por medio de la empatía somos conducidos a reconocernos en cada cosa que vemos, como si la fotografía fuera un reflejo de nosotros mismos, que sobrepasa la presencia del objeto fotografiado, donde nuestra psicología encuentra rumbos para ver lo que quiere ver en el universo de las apariencias. Aceptar el hecho de que las fotografías son espejos de algún estado o sentimientos internos del fotógrafo autor tanto como la importancia de la imagen mental en el espectador, es aún más importante que la fotografía misma. Fotografía, espectador e Imagen mental son imprescindibles para que se produzca equivalencias, lo que es a la visión fotográfica lo mismo que lo poético a la creatividad literaria.
Nota by Cristian Bertolo (fotógrafo)