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¿Inteligencia emocional? ¿Qué es?

Foto del escritor: Nomad ProjectNomad Project

Actualizado: 11 jul 2020





Por Laura Payán

Consultora en desarrollo humana Grupo Zens Consulting

Coordinadora workshop Hack Personal










Hoy en día todos hablan de la inteligencia emocional como una competencia vital para los nuevos retos que trae la revolución 4.0. Pero, ¿qué es la inteligencia emocional? Generalmente encontramos respuestas como: el control de las emociones, siempre ser positivos y no dejar que ninguna emoción “negativa” me “domine”. Y realmente estás son las respuestas más alejadas a lo que significa inteligencia emocional. De hecho, comprendo que la palabra inteligencia pueda causar disonancia con el ámbito emocional y nos lleve a entender que el deber es sentir menos y pensar más. Y no. Por eso hoy en día hablamos de asertividad emocional, para no crear confusiones, así estemos hablando del mismo concepto que Daniel Goleman nombró como inteligencia emocional en 1995.


Entonces, ¿Qué es Inteligencia emocional? No es más que poder reconocer los propios estados internos que me habitan, reconocer que las emociones (cómo una función adaptativa del ser humano), llegan dándonos un mensaje, sólo que es tan rápido, que a veces no logramos entender porque nuestro cuerpo nos envía ese mensaje que nos predispone a una acción específica.


Y ahí entra la “inteligencia”, es decir nuestra capacidad de poder comprender que me está desencadenando esta emoción. Lo que nos desencadena emociones son ideas que tenemos de la vida, creencias con respecto al mundo y a nosotros mismos. Lo que debemos entender es, ¿son estas creencias funcionales o disfuncionales? ¿Me abren puertas o me las cierran? ¿Me hacen bien a mi y a mi entorno o por el contrario hacen daño?



Por ejemplo. Tenemos una persona que cada vez que no es tenida en cuenta estalla en ira contra los demás. Si la persona reprime su ira, igual seguirá sufriendo por dentro y en algún momento toda esta emoción tendrá que salir, tal vez con mayor presión y violencia. Pero si esta persona empieza a entender ¿por qué le causa tanta rabia no ser tenida en cuanta? Y tal vez entiende que su valor como persona no viene de ser reconocida y necesitada por otros, entonces esta rabia no volverá a aparecer a esa magnitud, sino que podrá exponer su sentir a otros y lo importante que es para ella ser tenida en cuenta. Cambia la persona y cambia su entorno.


Otro ejemplo puede ser por la “falta” de emoción. Siguiendo con la ira, es posible que existan personas que jamás se enojen. Lo cual tampoco es sano, pues la ira es una emoción que nos permite poner límites y despertar en nosotros el “fueguito” que nos mueve a saltar obstáculos e ir por el logro de objetivos. Estas personas pueden tener creencias como: “poner mis necesidades en la mesa genera conflicto, y el conflicto es malo”, lo cual puede generar que su entorno pase por encima suyo, pues no sabe poner límites de manera sana. Esta persona por el contrario, puede empezar a darse cuenta que está bien expresar su opinión y enojarse si necesita defender sus límites.



No hay emociones buenas o malas, todas tienen una función que nos predispone a una acción. Pero, ¿qué las genera? Ahí viene nuestra tarea, poder reconocerlas cuando aparecen y poder comprender qué creencia la desencadena y si esta es funcional o no.

Entonces, si quiere destacarse en el mundo de hoy, no se controle, ¡entiéndase! Y con paciencia, pues entenderse puede significar dejar fluir la emoción hasta poder entender de dónde viene. Obviamente, con mayor consciencia del impacto que esta tiene en mí y en el resto de mi entorno. Así cada vez será más fácil modularla y transformarla.


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